miércoles, 4 de agosto de 2010

El extraordinario corazón de la musaraña



Juan Ignacio Pérez, catedrático de Fisiología en la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco nos cuenta esta curiosidad que nos permitimos trascribir de forma resumida.

Quien haya cogido en sus manos un pajarillo o un ratón habrá notado que su corazón late a un ritmo muy rápido. Se contrae a una altísima frecuencia. Parte de la culpa la tendrá, quizás, el encontrarse en las manos de un animal mucho más grande, pero incluso si descontásemos ese factor, el ritmo al que late el corazón del pajarillo o el ratón es altísimo.

Si, por el contrario, auscultásemos a un elefante, enseguida nos percataríamos de que su corazón va muy despacio. Hay una diferencia enorme entre el latido de un gorrión y el de un elefante, y eso ocurre porque la frecuencia a la que late un corazón depende del tamaño del animal. Los de animales pequeños laten muy rápido y lo contrario ocurre con los corazones de los animales grandes.

La musaraña etrusca es el mamífero más pequeño que se conoce. Pesa unos 2 g y para que nos hagamos una idea de su tasa metabólica, sepamos que necesita comer al día 2’6 g de alimento. Es decir, come cada día una cantidad equivalente al 130% de su masa, y hay que tener en cuenta que su dieta la componen insectos y pequeños gusanos.

A efectos comparativos, téngase en cuenta que la ración diaria de alimento de un elefante equivale a un 4% de su masa, y en el caso del elefante, se trata de materia vegetal.


El corazón de una musaraña etrusca late a una velocidad difícil de imaginar y difícil de creer: ¡1.200 latidos por minuto! o lo que es lo mismo, ¡20 latidos por segundo!

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